Tristán Corbière (Ploujean, Bretaña, 1845-Morlaix, 1875). El suyo fue uno de los primeros nombres que sonó en la moda simbolista, ya que los "Poetas malditos" completa un tríptico del que también forman parte Rimbaud y Mallarmé. Sólo que esto sucedía en 1883, ocho años después de su muerte, y todo el mundo se preguntó quién era aquel desconocido que figuraba entre dos poetas no famosos, pero que sin duda representaban algo para los conocedores de la nueva poesía. Del "asombroso Corbière", como le llama Verlaine, no se acordaba nadie. Su único libro, Los amores amarillos (Les amours jaunes), que se publicó en 1873 a cuenta del autor, quinientos ejemplares, no iba a reeditarse hasta 1891, y la primera monografía sobre él, la de René Martineau, data de 1904. Un maldito, como se ve, que hace honor a su leyenda, que muere antes de cumplir los treinta años y que no deja tras de sí más que indiferencia y silencio. Hay malditos ya oficiales, valga la paradoja, consagrados, como Rimbaud. Corbière todavía se resiste a salir de la penumbra. Sin embargo, su posteridad poética no es nada desdeñable, sin dejar por ello de ser discreta y minoritaria.
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