Qué mejor manera de contar la epopeya de la revolución mexicana que metiéndose en la piel de Rodolfo Fierro, el compañero más fiel y irreductible de Pancho Villa. A través de sus ojos vemos desfilar la caótica historia del México de principios del siglo veinte, la grandiosa y triste odisea de unos revolucionarios tan idealistas como crueles.
Es una visión muy negra, entre la realidad y la ficción, de la que brotan momentos de auténtica grandeza, donde destacan la devoción y el valor de hombres sin medida, que abrazaban con la misma fogosidad tanto a la vida como a la muerte. Una reflexión sobre el sentido que tiene la acción revolucionaria.