Años antes de convertirse en leyenda, Diego de Marcilla e Isabel de Segura eran dos niños que compartieron juegos durante mucho tiempo, aunque sus aventuras de infancia nunca habían trascendido hasta ahora.
Isabel y Diego se encuentran en el mercado. Lo que parecía ser una mañana tranquila, recorriendo los puestos, se convierte en una carrera para conseguir el premio al mejor torico de Teruel.