Una noche de julio, el joven Francisco Marlowe es asesinado en una calle de Madrid, apuñalado por otro joven de su edad. Durante el juicio que seguirá, varios testigos deberán declarar sobre el suceso, entre ellos el presunto asesino. A través de esos testimonios, como si se tratara de un coro con distintas voces, Javier Reverte construye, con vigor y nervio narrativo, el relato del crimen. Al tiempo va dibujando, trazo a trazo y minuciosamente, la personalidad del protagonista de la novela: un alma impregnada de un hondo carácter romántico. Publicada por primera vez en 1984, esta obra, de claros ecos conradianos, fue considerada por algunos críticos, debido a su intenso y crudo realismo, como una crónica periodística de un suceso acontecido meses antes. Nada más lejos de la intención del autor, ya que se trata de una historia totalmente imaginaria, construida en aquel Madrid de los ochenta recién despertado a la democracia, en donde las esperanzas de la juventud se entremezclaban con la droga, la delincuencia y, a menudo, el delirio.