Argumento de Llamarse Nadie
Una trilogía navideña al margen de regalos, adornos y comilonas familiares; un catálogo de identidades torcidas que no encajan en sus moldes; y una inmersión onírica en la mente de David Lynch. Estos son los tres bloques que ordenan los relatos de este libro, piezas sorprendentes e inquietantes que tensan la capacidad plástica del género y apuestan por una escritura atenta a lo pequeño y el juego con temas, personajes y narrativas sin miedo a contagios poéticos, cinematográficos, musicales, psicológicos, o puramente domésticos. Dentro de ellos, acompañamos a un poeta afiebrado que descubre dónde van los muertos que ya nadie visita; experimentamos una fugaz relación erótica en un ascensor; recorremos Berlín con la bollería local como inexcusable tarea, visitamos una casa cuyos pasillos diseñan un símbolo, o avistamos al monstruo con las costumbres alimentarias más extrañas del mundo. Vidas que hallan en el acto de contarse la liberación de relaciones insalubres y opresivas, aun a costa de olvidar su propio nombre, o de ponerlo a salvo por medio de un micrograma inscrito en el dedo meñique. Personajes que no temen convivir y celebrar con el doble que les aguarda. Personajes que, como el David Lynch del díptico final, no dudan en adentrarse en lo oscuro para resarcirse de sus fantasmas y olvidar, de una vez por todas, a Laura Palmer.1