Pero más allá de la apasionante galería de personajes y obras que aparecen con la recurrencia de auténticos motivos musicales desde Bellow, Berger, Brodsky o Mandelstam hasta Levi, Semprún, Kertész, Pla o Char, pasando por pintores y poetas bastante olvidados, lo que por encima de todo se propone el autor es corresponder a la plenitud de estos encuentros proyectando sus ecos y siendo agradecido con quienes los han hecho posibles.
Álex Susanna reafirma y revalida aquí las cualidades que evidenció ya en anteriores entregas de sus diarios: agudeza y personalidad en la percepción, sutiles quiebros de perspectiva, precisión en el trazado, originalidad incluso a contracorriente y constante comunión entre el arte y la vida. Sin gesticulación ni ostentación, casi en sordina, el conjunto de estos diarios es una cima del género.