Madrid, a 23 de enero de 2009.\n \n Amigas y Amigos lectores:\n \n Dedicamos este libro a la memoria de Mary Ward y, con ella, a las mujeres que, a lo largo de los siglos y en la actualidad, toman en serio la libertad en todas las dimensiones de su vida; libertad interior que se traduce en las libertades exteriores correspondientes. De hecho es el proceso de liberación de todos los seres humanos y que en este libro subrayamos centrándonos en aspectos del proceso de las mujeres dentro de la gran historia de liberación. \n Para recordar a Mary Ward en el 4º Centenario de la Fundación de su Instituto Religioso, hemos invitado a ocho mujeres para que hicieran su reflexión sobre la libertad desde distintos momentos históricos y dimensiones de la vida. Queríamos que este trabajo tuviera un carácter internacional y ecuménico. De esta manera nos unimos a las mujeres que desde su experiencia de vida hacen un trabajo de búsqueda, de reflexión y de respuesta.\n Mary Ward nació en Inglaterra (1585-1649) en el seno de una familia católica, hacendada, noble y rural. En una Europa atravesada por serios conflictos políticos y entre las diversas facciones emergentes del cristianismo. Además, marcada por una concepción de inferioridad de las mujeres y el descrédito de sus obras, sentida con mayor o menor intensidad entre los distintos países europeos.\n Para seguir su primer sueño, entrar en la vida religiosa, tuvo que emigrar a los Países Bajos. Allí vivió durante unos años en dos órdenes de clausura, pero prevalecía su inquietud y búsqueda.\n Más tarde, su perfil y confianza en la presencia y potencialidad de las mujeres, unido a su dinamismo espiritual y la idea de libre acceso a Dios (presente en todas partes), inspiraron su obra pionera. Fundar un instituto femenino, caracterizado por la vida no-monacal, sin-clausura, con gobierno interno propio e independiente del clero diocesano siendo exclusivamente dependiente del Papa. A semejanza del proyecto de vida ignaciano pretendía contar con la suficiente movilidad para poder dedicarse plenamente a cualquier tipo de misión entre la gente. Sintiéndose obligada a cumplir su sueño que se apoyaba en la certeza de que lo que se proponía reflejaba la voluntad de Dios, en 1609 congregó un primer grupo de mujeres en San Omer (Países Bajos).\n A principios del siglo XVII ese nuevo modelo de vida religiosa femenina fue objeto de aplauso y apoyo por parte de algunas personas, pero también motivo de repulsas, calumnias, denuncias y acusaciones de otras muchas. Algunas instituciones masculinas pronto se opusieron a su estilo de vida y a su obra y, al poco tiempo, se vio en el centro del conflicto que libraban, desde hacía tiempo, el clero secular y las Órdenes religiosas.\n Mary Ward se mantuvo firme en medio de mucha presión y fiel a la inspiración de Dios, que la obligada a seguir entre crecientes hostilidades. En realidad, la jerarquía, los sacerdotes, gran parte de los jesuitas y, finalmente, la Curia Romana, no podían aceptar ese tipo de Instituto femenino.\n Finalmente, el 13 de enero de 1631, Urbano VIII firmó y publicó la bula ?Pastoralis Romani Pontificis? suprimiendo el Instituto de Mary Ward y el 7 de febrero, fue acusada de rebeldía ante la Santa Sede. Recibió la orden encarcelamiento por parte de la Inquisición y permaneció en prisión durante dos meses en Munich. Algunas de las razones que se dieron para la supresión de dicho Instituto apuntan al hecho de ser mujeres, con un estilo quebrantador de los moldes tradicionales: ?Van de un lado para otro a su gusto bajo pretexto de promover la salvación de las almas, estando acostumbradas a emplearse en otros trabajos impropios de su sexo y carácter débil, de su modesta feminidad, y particularmente a la reservada a las jóvenes, trabajos que hombres eminentes en las ciencias sagradas con experiencia de los temas y de vida inocente, los desempeñan con dificultad y con gran cautela? (Nº 2 Bula Pastoralis Romani Pontificis). \n Mary Ward murió en 1639, en York (Inglaterra), con paz y serenidad, con la certeza de su fidelidad, bajo el aparente fracaso de su vida. En realidad no fue más que una pausa. Su espíritu continuó presente en sus compañeras de aventura. Nadie imaginó nunca que pudiese resurgir un pujante Instituto y, menos aún, que sirviese de precedente para la aprobación canónica de otras congregaciones de mujeres.\n Para nosotras Mary Ward ha sido y sigue siendo un icono de libertad. Por una parte se caracteriza por la libertad de conciencia que le impulsa a llevar a cabo lo que cree que Dios le pide a ella. Sus deliberaciones interiores reflejan su empeño en actuar libremente desde Dios. Se caracterizó por una valentía feroz que no dudaba en acudir directamente al Papa para presentar su situación y su verdad en momentos en que otras personas lo cuestionaban. Supuso la movilidad necesaria para hacer múltiples viajes con el propósito de presentar lo que pretendía con la creación de un espacio y de estructuras de mayor libertad para mujeres en la vida religiosa. Y también la gran libertad de aceptar con alegría, al final de su vida, lo que parecía ser un fracaso, ya que ella tenía la seguridad de haber hecho lo que tenía que hacer.\n Mary Ward fundó nuestro Instituto religioso . La queremos recordar por lo que ha sido y por las posibilidades que su libertad e integridad nos brindan hoy como mujeres, como religiosas y como seres humanos.\n \n \n ***************************\n \n Quiero agradecer a Purificación, Esther, Elsa, Adriana, Mariela, Teresa y Sehnaz por su participación en este proyecto. Mi agradecimiento muy sentido a Diana por su tesón y por su paciencia para llevar a cabo su colaboración específica como coordinadora del proyecto. A Isabel y a Carmen por su ayuda en las traducciones, a Pamen por las horas que ha dedicado leyendo los textos y a Lourdes por su atractiva portada.\n \n Cecilia O?Dwyer IBVM\n