En realidad, no me dedico a la caza tradicional con perros y armas de fuego. Aun así lo que hago no deja de ser una cacería. Mi modo de emplearme, el rastreo, la partida, el armamento, los que salen conmigo. Cualquier detalle evoca una y otra vez en mi cabeza aquella escena depravada. Y no sé de qué me sorprendo, si soy depravada por instinto.
Sea como sea, siempre hay una persona, en algún lugar del mundo, vociferando para llamar la atención. Desafiando a otros que toma como seres inferiores, partida tras partida. Y para eso estamos yo y otros como yo. Para ajusticiarla.