Partiendo de las directrices teóricas más recientes, este estudio distingue tres áreas clave que iluminan la relación entre el contexto histórico y el lenguaje: el espacio social que se relaciona con la agorafobia; el rechazo del componente femenino como resolución de la crisis; y la escritura alegórica como manifestación estética desde la que se intenta imponer un orden cultural alternativo.
De este modo, el lenguaje alegórico resulta ser el vehículo por el cual se incorporan las estrategias que buscan vencer la precaria realidad que rodea al autor.