AVISO DE LECTURA
Empezaremos con un AVISO PARA LIBREROS: ¡Atención!: el autor, aunque se llame Milo (como la Venus, por cierto) y aunque tenga ese apellido que no acertamos a pronunciar, nació en Barcelona, es decir: al menos por el momento conviene colocar su novela en "Narrativa española". Gracias. Ni él ni su padre ni sus abuelos tienen la culpa de llevar este apellido que suena a guerra de los Balcanes. Este editor certifica que no ha matado a nadie. Dicho lo dicho, hemos de confesar que ha escrito un extraño thriller; polvos, sudor y sangre, el Cid cabalga. Extraño, porque no transcurre en Nueva York ni los personajes parecen monigotes pintados por Tarantino. A pesar de sus nombres, tan eslavos, son hijos, un poco bastardos eso sí, de la madre patria.
La cosa va de esto: "Llegué al lugar de madrugada, en auto, del modo en que uno debería siempre enfrentarse por primera vez a una ciudad argentina. Y puede que también a las del resto del mundo, pero eso sigo sin estar en condiciones de asegurarlo. Nunca salí de este país, lo que me dispensó el privilegio de verlo hundirse una y otra vez en la mierda. Y de hundirme a su lado, que las grandes fidelidades están para eso, para hacerte la ilusión de que hay alguien en condiciones de salvarte y acabar ahogándote de todos modos, sí, pero en compañía. Es la gran virtud de Argentina, que jamás te deja solo. Las miserias son compartidas o no son".
Ya ven: algo semejante a lo que pronto podremos encontrar a la vuelta de la esquina si la crisis se ahonda e inunda nuestros apacibles chalets hipotecados.