La soledad de la infancia y los pecados de la vejez, las trampas del sexo y el placer inesperado que se esconde tras las tareas domésticas más aburridas... Todo lo que Natalia Ginzburg tocaba se convertía en arte, y eso sin perder esa cualidad corpórea de las emociones recién descubiertas, de las ideas apenas apuntadas, de los recuerdos que aún navegan a flor de piel.
En estos breves e intensos ensayos, que la gran escritora fue reuniendo a lo largo de su vida, encontraremos notas personales que los acercan a Léxico familiar y a Las pequeñas virtudes, y retratos de amigos como Italo Calvino y Pavese, pero también apuntes sobre novelas y películas que en aquel entonces eran novedad y ahora ya son clásicos del siglo XX, y artículos que hablan de su compromiso político y resultan esenciales para comprender la historia europea.
Con su tono de escritura aparentemente descuidado, con su manera de proponer sin imponer, con su ironía siempre bien dispuesta hacia los pequeños detalles. Natalia Ginzburg hizo de lo doméstico un instrumento privilegiado para mirar el mundo y ese mundo sigue siendo muy nuestro.
La opinión del editor:
Por primera vez en castellano, unas páginas de Natalia Ginzburg que podrían ser su diario íntimo; unos textos donde se rompen con desenvoltura los códigos establecidos... Un libro hermoso e inteligente que no podría faltar en el catálogo de Lumen.