Las ruinas no son siempre arquitectónicas o escultóricas. En un sentido más amplio se pueden considerar ruinas muchos «fracasos o, al menos, defectos», por ejemplo, de la Medicina o de la Cultura en general, pero, sobre todo, de la Sociedad y de la Política. Por esta razón, en este ensayo cada capítulo estará presidido por una ruina, una ruina del siglo XX, que actuará como un simbolismo de lo que se lea a continuación de ella, dentro de períodos importantes de la España de esos cien años.
Otra ruina del género humano es la falta de deseos de aprender. El «academicismo» es todo lo que se busca: un título al que no se añaden conocimientos nuevos, contentándose con burdas imitaciones. Muchos personajes literarios han sido imitados por distintos autores, intentando un «emparejamiento paralelo» entre el personaje original y el suyo propio, en beneficio de sus propias ideas, que son una ruina de la idea del autor original.
El «economicismo» es otra ruina de la clase humana, que frena el progreso, tarde el tiempo que tarde, al conformarse con lo establecido, que todavía es económicamente rentable, retrasando los nuevos avances durante mucho tiempo, a pesar que pueden ser mucho más rentables desde el punto de vista moral y económico.
La sociedad tiene tantas normas jurídicas, que constituyan ruinas legales, que resulta imposible que sean todas conocidas por la mayoría de la ciudadanía, que en muchísimas situaciones no sabe a qué atenerse, inclinándose por un «proteccionismo» en sus actividades profesionales en defensa de desconocidas leyes y, sobre todo, de los jueces, cuyas opiniones son muchas veces contradictorias, gratuitas y caprichosas.
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