En la vida hay fogonazos de felicidad repentina e inesperada, que se producen incluso en las situaciones más difíciles, e impregnan nuestra memoria. Son las alegrías modestas pero intensas: reencuentros con una cara, con un paisaje, con un libro o una película. Nos hablan de las relaciones, de la soledad, del pasado y del futuro y, en definitiva, de lo que significa ser humano. Marc Augé, uno de los antropólogos contemporáneos más importantes, desgrana por qué necesitamos estas «pequeñas alegrías», y su diario de la felicidad establece un diálogo con el lector mientras viaja por recuerdos, memoria y experiencias.