Con esta obra, Leopardi trata de fijar un «sistema» filosófico que debe comprender diversas áreas del saber, gracias a sus estudios iniciados en 1817, y que continuaría tomando hasta 1832. El proyecto, que culmina en 1827 con la redacción de los índices temáticos, no sería desarrollado posteriormente.
Los fragmentos sobre las pasiones, aquí recogidos y ordenados según el índice leopardiano, constituyen un «material de trabajo» que quedó inconcluso. Aunque «provisionales», los textos sobre las pasiones representan un conjunto de pensamientos, articulado y unitario, acerca de temas relativos a las diferencias de sensibilidad que hay entre el hombre antiguo y el moderno, entre el hombre «natural» y el transformado por la modernidad, entre sus autores grecolatinos y las lecturas de sus coetáneos. Al fondo de estos complejos y agudísimos textos descubrimos la vida del propio poeta, revelada en algunas leves anécdotas y expresada, con amargura y lucidez, gracias a su inconfundible «filosofía del pesimismo».