Quién dice que una nena tiene que ser frágil?
¿Quién dice que una nena no puede ser astuta?
Desde la que no soporta la maldad del nuevo marido de su madre y decide tomar cartas en el asunto hasta la que se niega a dejar la escuela para trabajar en la cosecha y logra torcer su destino, las nenas de Angélica Gorodischer se defienden. No se dejan. Prueban que pueden hacer su voluntad y trazar sus propios caminos. Es cierto que a veces ven el mundo a través de un velo de magia, que la autora recrea a la perfección, pero eso no les impide juzgar el comportamiento de los adultos y obrar de acuerdo con sus propios intereses.
Estos relatos de una de las más reconocidas autoras argentinas hacen pie en la infancia, con una prosa clara y transparente que invita a sumergirse en un mundo donde la lógica puede suspenderse de a ratos. Si es verdad que la infancia es la patria, Gorodischer nos invita a no resignarnos a ser desterrados y volver a ver el mundo con ojos de nena.