Una simple ama de casa asesina de varias puñaladas a su marido y descubre en la cárcel una nueva adicción: leer libros. Lee más de doce mil a lo largo de tres décadas y está dispuesta a volver a matar para seguir con esa apasionante tarea. Otra colega, cercada por un poder fantasmal, se encadena todos los días a las rejas de un municipio para transmitir un programa de radio que nadie escucha. Una periodista retirada de la alta sociedad pide reescribir su necrológica y descubre que nada importante pasó en su vida salvo un amor contrariado. Sin conocerse, otras mujeres comparten destinos igualmente curiosos. Estos son algunos de los personajes inolvidables de Las mujeres más solas del mundo, un libro lleno de sensibilidad y sorpresas.
"Ahora, como Pérez-Reverte, soy parte de la legión de entusiastas de Fernández Díaz. [.] Este libro es un manifiesto que debe enseñarse en las escuelas y en las universidades, pero no solo en las del periodismo sino en las de la vida y, por tanto, en las de la literatura del prólogo de Juan Cruz.