Pues eso es lo que le sucede a Ismael: un día está en su casa y, al minuto siguiente, en una jaula con una chica llamada Sofía, un profesor y una gran araña parlante con afición por las matemáticas. Los cuatro deberán superar sus diferencias y colaborar para resolver el enigma de cómo han llegado allí y, sobre todo, cómo podrán hacer entender a sus captores que no son los animales por las que los toman, sino seres inteligentes que deberían estar en libertad.