Tras una brutal persecución laboral y aferrado a un sentimiento de amor por los míos y por la vida (en este orden) y siempre empujado por la inquietud en descubrir mis propios secretos, me propuse entablar un guerra abierta contra un elemento invisible, pero a la vez demoledor. Una guerra, donde perdí grandes batallas, ganando únicamente pequeñas escaramuzas. No importaba, tenía el deber de seguir, mantenerme firme y fijo en un único objetivo, vencer al rival, vencer al "tiempo", podía haber muchos enemigos, pero ese y no otro era el más importante. Apoyándome en la lectura o en copiar literalmente de manera manuscrita libros completos con sus "puntos" y "comas" todo ello para evitar una derrota segura. Una derrota, que sin duda alguna me hubiera llevado a un "camposanto" y tras tres años, ya sumergido "en los oscuros lugares del saber", copiando un "libro perdido" de un extraterrestre llamado "Enki", como un "ángel perdido" por causalidad, que no por casualidad me hice fuerte en la escritura. De una entrevista personal donde un buen hombre, D. Nemesio Fuertes Sánchez (octogenario, al que no le gustaba que le hablara de Usted) y que en Navidad ha emprendido su viaje infinito, me contó su "Gran Secreto", una historia extraordinaria, pero real, que le ocurre junto a su compañero ambos Guardas Rurales del municipio pacense de Mirandilla allá por los años sesenta y del amor que unos "dioses" tenían por Las Hijas de los Hombres, surgió la novela que tienes en tus manos. Él me dio la munición, para el único arma que podía y debía usar... mi mente. Con ello comencé a luchar de tú a tú contra el "tiempo". Tras dos años y medio metido en un cuarto, cuya única compañía era una mesa, una silla, un puñado de folios y bolígrafos, me dio pie a que mi imaginación, me llevara muy lejos de aquel lugar, así presenté batalla y tras cuatro años, gané la guerra. Una guerra, cuyas heridas invisibles han dejado bellas cicatrices. Una guerra, que me enseñó que ese amor por "las hijas de los hombres", nos trajo la muerte, pero al mismo tiempo nos dio la VIDA.