María de las Mercedes y María Teresa eran dos niñas de tan solo cinco y tres años cuando su padre Alfonso XII murió en 1885 de forma trágica e inesperada en plena juventud. El rey dejaba dos huérfanas, una viuda desolada y un trono vacío en un país convulso. Rápidamente se quiso proclamar reina a Mercedes, pero en ese momento su madre María Cristina anunció que estaba embarazada y todo quedó a la espera del nacimiento del ansiado varón, que llegó al mundo unos meses después. La infancia de las dos princesas fue triste, enclaustradas entre los muros del Palacio Real y controladas hasta el extremo por su austera madre, siempre pendientes las tres de la frágil salud de Alfonso XIII. Todo cambió para ellas cuando lograron casarse por amor, salvando todos los obstáculos, con dos príncipes europeos. Pero el destino les deparaba su última y aciaga palabra.