«Baudelaire, que es aún un romántico, es ya un simbolista, está siempre mostrándonos su corazón al desnudo, pero su verso va más allá de la anécdota personal para adquirir el misterioso valor de la palabra en sí. Se sueña a sí mismo con una pasión y un arte que convierten el sueño en poesía, en música significativa. Y detrás de los sueños, la fe y las palabras le hacen inmortal.»De la introducción de Carlos Pujol