Miles de reacciones químicas tienen lugar en nuestro organismo en cada instante. La mayoría de ellas depende de unas proteínas que actúan como catalizadores, acelerando millones de veces los procesos que ocurren en los seres vivos; sin ellas la vida no sería posible. Estas moléculas son las enzimas, que al operar en condiciones experimentales suaves, se han convertido en pilares esenciales para la sostenibilidad de muchos procesos industriales. El ser humano ha aprovechado el enorme potencial de estos catalizadores biológicos y los produce a gran escala a partir de cultivos de microorganismos para incorporarlos a muchas de nuestras actividades cotidianas: para obtener alimentos saludables (productos sin lactosa, grasa de cacao, zumos, etc.), biocombustibles y polímeros, producir detergentes, tratar prendas textiles, en la producción de antibióticos o incluso en el tratamiento de enfermedades genéticas y en análisis clínicos.