Argumento de Las Décadas Prodigiosas
A muchas personas los años no las hacen más sabias o prudentes, sino, simplemente, más viejas. Al llegar a las décadas prodigiosas de la vida -pongamos de los cincuenta años en adelante-, la realidad es concreta y más viva de lo que parece. No se sabe gran cosa de la vejez: nos han escondido sus tesoros, para que no tengamos nada que hacer, ni aprender, ni esperar, justo cuando debiéramos combatir y retardar el envejecimiento dando un sentido a lo cotidiano.
Distancia, serenidad, memoria, soledad, espera y esperanza son la síntesis creciente de estas décadas prodigiosas: en ellas se conjugan la vejez biológica con la vejez biográfica, el cuerpo y el recuerdo. Sí, cuando el presente se estanca, hay que recuperar la esencia del pasado. Y ello representa todo un prodigio, como un suceso que excediera los límites de la naturaleza: cosa especial, rara o primorosa, casi un milagro.0Introducción 1. Décadas de la vida como eternidades apiladas 2. Empeñados en una visión humanizadora de la muerte 3. El olvido no es remedio de la tristeza 4. La comunicación es garantía de salud en las décadas prodigiosas 5. La caricia del saludo a la muerte 6. Pensar es gratuito al paso de las décadas que avanzan 7. El ser humano «mayor» sabe que morirá... 8. A los cincuenta años 9. A los sesenta años 10. A los setenta años 11. A los ochenta años 12. A los noventa años 13. Enésima reflexión: ¿y no callaré a los cien años...? 14. Primera parada: «Voy a llegar enseguida» 15. Segunda parada: «¡Hasta aquí hemos llegado!» 16. Tercera parada: cómo hacer para que la tercera edad no se convierta en «terrible edad»