Los rasgos de una agenda diversificada entre los dos países que se esbozaran durante años no presentan semejanza alguna con las circunstancias actuales, donde Chile ha sido demandado por Bolivia, ya no por una aspiración marítima, sino que por la pretensión de que este último país tiene un derecho a que, en una negociación con Chile, se le dé acceso soberano al mar. Bolivia ha optado, una vez más, por un ejercicio diplomático, según el cual las relaciones con Chile no tienen otro punto de referencia que no sea la reivindicación marítima en todos los niveles. El libro de Jaime Lagos relata diversas etapas de este largo desencuentro, donde también hubo etapas de negociación, como el proceso de 1975-1978, cuando se conversó de un intercambio de territorios, y más tarde, el frustrado enfoque fresco de los ochenta. Esos empeños dejaron enseñanzas, revelaron cuál era la visión del Perú y, sobre todo, aportaron conclusiones necesarias de conocer, aunque sean difíciles de admitir. Las aspiraciones marítimas como se presentan actualmente ¿son hijas del diálogo sin exclusiones, abierto en Algarve en el 2000 como dirán algunos analistas? Otros preguntarán si acaso las aspiraciones ¿no serán más bien reflejo de una posición que ?con matices? se ha mantenido a lo largo de generaciones, autores y gobiernos y que florece al paso de necesidades internas que desencadenan discursos nacionalistas y la búsqueda de un culpable histórico? José Morandé Lavín