Las antinomias del realismo es una historia de la novela realista del siglo XIX y de su legado. Una historia aquí relatada sin un ápice de nostalgia por unos logros artísticos que el movimiento mismo de la historia vuelve imposibles de recrear. Las obras de Émile Zola, Lev Tolstói, Benito Pérez Galdós y George Eliot son en el sentido más profundo del término inimitables, al tiempo que siguen dominando hasta la fecha la forma novela. Unas novelas que brotan a partir de la lucha por reconciliar las condiciones sociales de su propia creación con la historia de un modo de escritura; lo que en el ámbito anglosajón se denomina «novela modernista» es, justamente, una tentativa para solucionar dicho conflicto, como lo es también la novela comercial en cualquiera de sus cada vez más pobres variantes. Cuando hoy, en cualquier reseña, leemos «novela literaria» (o serious novels en inglés), asistimos al intento de lo que es una tarea imposible, la de regresar al pasado.
Fredric Jameson examina las teorías más influyentes del realismo artístico y literario, abordando el sujeto mismo a partir de las condiciones previas, sociales e históricas, que condicionaron la aparición del realismo. La novela realista compaginaba una atención al cuerpo y sus estados emocionales y sensibles con un énfasis en la búsqueda de la realización individual dentro de los límites de la historia.
En la escritura contemporánea, otras formas de representación para las cuales el término «posmoderno» resulta demasiado simplista se han visibilizado: por ejemplo, en la ficción histórica de una Hilary Mantel o en la pluralidad estilística de las novelas de un David Mitchell. La ficción contemporánea se revela entonces como protagonista de unos experimentos sorprendentes en la representación de las nuevas realidades de una totalidad social de alcance global, de la guerra tecnológica moderna y de unos desarrollos históricos que, a pesar de que saturan cada rincón de nuestras vidas, solo se hacen evidentes en muy contadas ocasiones, por medio de los más extraños dispositivos formales y artísticos.
En una coda, Jameson explica cómo las narrativas «realistas» sobrevivieron al fin de la época del realismo clásico. Abundando en ello, Jameson argumenta, en favor del estudio riguroso de la cultura de masas y de la ficción popular, unas razones que trascienden el periodismo perezoso y los tópicos fáciles que asuelan la última hornada de estudios culturales.