Aunque es una mujer atractiva y romántica, Zoë Hoffman ha sufrido tanto en el pasado que ya no quiere entregar su corazón a nadie.
Y mucho menos a Alex, el más atormentado de los hermanos Nolan, que bebe para mantener a raya a los demonios que lo acechan y no es que haya renunciado al amor, sino que directamente no cree en él.
Zoë y Alex son como el agua y el aceite, como el hielo y el fuego, como el sol y la sombra.
Pero a veces basta un tenue rayo deluz para ahuyentar la oscuridad.