Le apodan Saladino, y es una mente criminal de ambiciones tan grandiosas como su sobrenombre: un individuo tan esquivo que incluso su nacionalidad se desconoce. Oculta tras un sofisticado software de encriptación, su red terrorista se comunica en total secreto, dejando a Occidente a ciegas respecto a sus planes y a Gabriel sin otra alternativa que introducir a un agente en el grupo terrorista más peligroso que haya conocido el mundo. Natalie Mizrahi es una joven doctora tan valiente como hermosa. A petición de Gabriel, se hará pasar por miembro del ISIS a la espera de que llegue el momento de actuar, convirtiéndose así en una bomba de relojería con el cronómetro en marcha, en una viuda negra sedienta de sangre.