La primera obra, atribuida a su discípulo Antonio, es uno de los testimonios principales sobre las hazañas ascéticas y los milagros de este santo. Breve en extensión y simple en su concepción, gozó de gran popularidad desde muy pronto. Ya en el siglo VI fue traducida al latín.
La segunda, debida también a un discípulo del santo, es el único documento que tenemos acerca de Daniel. Más larga que la anterior y mejor escrita, está considerada como un valioso testimonio histórico no solo acerca de su protagonista y su género de
Se ofrece aquí la primera traducción del griego al español de estas dos obras únicas, así como de un largo fragmento de la Historia eclesiástica, de Evagrio Escolástico (sigloVI), con anécdotas sobre Simeón