La obra narrativa de Fernando Cruz Kron ly se caracteriza por un particular enfoque del signi icado y situación de un sujeto que debe afrontar por un lado sus propios derrumbes personales, celos, decrepitud ísica, la aporía entre el deseo y la in idelidad y por otro el asumirse desde las grietas de un estilo que supuso una visión total del mundo. Esta crisis se enfrenta desde un lenguaje crispado, barroco, tal como corresponde a una ineludible fragmentación de lo real, a una búsqueda de otras instancias de vida, de otros espacios de lo narrativo. La in idelidad es un hecho. Ríos de sufrimiento y lágrimas han corrido bajo estos puentes. Pero, también, borrascas de alegría, logro e imaginación táctica. La mirada moralista no es aquí la más indicada, porque proviene de las víctimas. La existencia humana es trágica, en cuanto se debate entre el deseo y sus límites. Entre ellos, la idelidad y sus promesas. La sexualidad humanizada no tiene por in principal la reproducción sino el goce. ¿Qué hacer? En esta novela se considera la in idelidad como parte sustancial de la dimensión trágica de la existencia, que oscila entre el deseo en libertad y la represión moral con sus culpas asesinas. Para enfrentar sin resolver la encrucijada, el in iel debe recurrir a la imaginación creadora. Todo ser humano es una sinfonía que merece ser escuchada. No hay, pues, in idelidad sino a ición sinfónica. No hay mentirosos sino inventores de relatos que permiten volver, tasajeados y sin plumas, a la palomera. Esta novela no es cínica. Se ocupa de la invención piadosa de hombres y mujeres que retozan sobre hermosas brasas encendidas, mientras de regreso a casa van dejando en hilachas su sangrante corazón a lo largo de alambradas y avenidas. Darío Ruiz