Joseph Tissot fue superior general de los Misioneros de San Francisco de Sales cuando esta obra le fue entregada por un escritor anónimo, con la confianza de hacer con ella lo que quisiera. Tissot la adaptó, le dio el título y desde su primera edición en París en 1894, se ha convertido en un clásico de la espiritualidad.
Es una obra escrita con clara sencillez que destaca que no puede haber vida cristiana sin unión con Dios; la razón es la primera servidora de la fe; no debe exagerarse la importancia de los medios, los cuales deben ser acciones para conseguir lo que realmente importa, la unión con Dios. Una obra de la que brota una cálida cordialidad y una firme persuasión que inclina la razón y orienta la voluntad hacia la amistad con Dios.