Han pasado 17 años, estamos en 1840. Daniel, el hijo adoptivo de Rodrigo Pizarro, vuelve a casa tras combatir en la primera guerra carlista. Por un motivo nimio, ha discutido con sus padres y lleva unos años sin saber de ellos. Al regresar, se entera de que ella ha muerto y él ha viajado a Filipinas. Sin nada que le una a este nuevo panorama vital que se le presenta, decide viajar hasta allí en busca de su padre, un periplo de meses que le llevará a hacer escala en antiguas colonias del que fue el gran imperio español. Daniel será testigo de esa pasada gloria y la decadencia de la nación más influyente de los siglos pasados. Por fin en Filipinas, indaga en busca de su padre. Demostrará que es heredero de la educación que éste le ha dado, su carencia de escrúpulos y ese extraño código de honor seudoquijotesco conducirán todos sus actos, inmerso en un universo creado por su afán entre aventurero y honorable que guía cada uno de sus pasos.