< Hay que respetarle a Giulio el derecho a cuestionar, también dentro de la Iglesia. Es éste un servicio indispensable del buen quehacer teológico. Hay que agradecerle que ponga, muchas veces con acierto innegable, el dedo en la llaga. Otros lo hicieron...y, siglos después, les fue reconocido el mérito de ese servicio. Es mucho más saludable no esperar tanto...>>