Hay cosas que solo tienen significado para uno mismo; cosas que a los ojos de los demás aparecen como vulgares, corrientes, cotidianas, pero que en realidad son nuestro tesoro más preciado, nuestro paisaje perdido, nuestro sueño obsesivo. Cosas que forman parte de una mitología íntima que vamos tejiendo con los años. Para cualquiera que reparase en ella, no sería más que una torre de apartamentos vulgar y corriente en mitad de la playa. Pero hay quien la considera el lugar luminoso y lejanísimo donde nació y fue asesinada su inocencia; donde una vez fue "el pájaro, el olor de la tierra, el árbol". "Como un dios planeaba el futuro, modelaba el tiempo, ajeno al dolor de la búsqueda y al cansancio. Fui el pájaro, el olor de la tierra, el árbol." (Federico Del Barrio).