Conviene desterrar la idea tan difundida de que el progreso espiritual podría depender exclusivamente de la meditación. La Tradición rosacruz reconoce por completo esta dualidad del desarrollo, gracias a la cual el neófito se prepara para recibir la Iniciación Cósmica y para convertirse en discípulo del Maestro. En este libro el autor no pretende la meditación sobre el ser, sino la utilización del ser, poniendo de relieve los principios fundamentales y el método esotérico empleados por el Maestro durante la preparación del discípulo, que debe aprender a vivir la vida diaria, según su propia ley, en el mundo cotidiano.