?Después de leer lo que me dispongo a relatarle, le aseguro que usted será uno de esos hombres y su existencia entrará en otra dimensión, donde la vida y la muerte no tendrán secretos para usted. Usted sabrá, lo sabrá Todo?. Si hay algo que nos sorprenda de los escritos de Luis Cristóbal es la capacidad que tiene para ?sorprendernos? con cada uno de ellos. Son como aquellos juguetes a los que dábamos cuerda de pequeños para comprobar luego ?defraudados y con cierto enfado- cómo se nos escapaban y cobraban independencia por sí mismos (esa capacidad de autonomía, de no dejarse atrapar, constituye, por cierto, el elemento diferenciador que nos permite distinguir una obra original de otra obediente sólo a las leyes del mercado). Ese es el juego que practica Luis Cristóbal con el lector en La solución, obra llena de vericuetos donde se extrema su gusto por los contrastes y donde logra también que su gran baza argumental (alternancia ilusión/decepción) forme parte de la estructura formal y del lenguaje mismo del relato. Incorporada al estilo narrativo, esa duplicidad (calco de nuestros deseos más profundos: lo que deseamos y lo que finalmente conseguimos) es lo que mantiene en vilo al lector y su gran triunfo. Hay que decir que estamos ante una novela gótica o neo-gótica, género que el autor recupera hoy con todas sus consecuencias. En estos días grises, no está mal pasearse de nuevo de manos de esta novela entre las sombras de Drácula, Mary Shelley, Mr. Jekyll & Hyde, o Dorian Gray. Francisco Chica.