La infancia es, para Marcos, un paraíso inhóspito: recluido en sus ensoñaciones, se resiste, día tras día, a despegarse de las sábanas, a abandonar la protección del hogar familiar, en el que late la ausencia del padre, para acudir al colegio. Allí, en el lóbrego edificio que monopoliza todas sus pesadillas, le espera un infierno en que la naturaleza humana se expresa de forma cruda y feroz. Una prosa sugestiva, rica y precisa.