Para el autor los símbolos rituales tienen dos polos de sentido: en uno se agrupan significados relacionados con los componentes de los órdenes moral y social, en el otro fenómenos y procesos naturales, fisiológicos. En el primer polo, «ideológico», se encuentra una ordenación de las normas y los valores que guían y controlan la conducta de los hombres en cuanto miembros de un grupo y una categoría social. En el segundo polo, «sensorial», se condensan significados que son objeto de deseos y sentimientos.
Esta yuxtaposición o interpenetración en el símbolo de dos aspectos opuestos, uno groseramente físico y otro normativo-estructural, se relaciona con la función social de los símbolos. En el ritual en acción, con la excitación general y los estímulos directamente fisiológicos -música, canto, danza, alcohol, drogas, inciensos- se efectúa un intercambio de cualidades entre los dos polos de sentido: las normas y valores se cargan de emoción, mientras que las emociones básicas y groseras se ennoblecen por su contacto con los valores sociales.