Han intentado hacernos creer que nuestros actos no tienen
valor, que una sola persona no va a lograr mucho.
Nos hemos creído que cada uno es incapaz de hacer algo
grande.
Sin embargo, en la era tecnológica nuestros pequeños
actos individuales tienen repercusión mundial de manera
instantánea y sistemática. A través de nuestras acciones
podemos ser un espejo que inspire a muchas otras
personas. Nuestras armas son, hoy en día, nuestros hábitos
de vida, de consumo y nuestra rebeldía; actuar dentro
del sistema contra el pensamiento único.
En La revolución individual, Luis de Cristóbal nos demuestra
que una persona sí puede generar una transformación
notable y visible en el mundo. La clave reside
en el cambio individual, que será la semilla del cambio
social y global.