Argumento de La Responsabilidad de las Multitudes
Con apenas 20 años, un joven Manuel Azaña alcanzaría el grado de doctor con esta memoria de sugerente título, La responsabilidad de las multitudes, que anticipaba con extraña clarividencia el futuro mismo del gobernante y estadista. Quien desde el poder tendría que hacer frente, en más de una ocasión, al actuar indómito de las multitudes, consagró a éstas su trabajo seminal en el campo del Derecho, disciplina que siempre cultivó hasta el fin trágico de sus días. Al Azaña político y escritor hemos de sumar un Azaña jurista, portador inquebrantable de una fe en la fuerza de la Ley que, desde sus tempranos días en la Universidad a sus últimos esfuerzos en la República, vertió permanentemente sobre su idea de una España renovada. Su casi inexplicable fascinación por las colectividades humanas y por las reglas que las rigen recorre las páginas de una vibrante tesis doctoral que, con fina pluma y cuidado estilo, se adentra en la psicología de las masas, el derecho penal, la criminología y la sociología para, en contra del positivismo entonces imperante, defender la imputabilidad jurídica de la acción colectiva. Una obra inicial de Azaña que tradicionalmente ha merecido muy poco tratamiento historiográfico, y que aquí se edita, por primera vez, de forma independiente. Y es que no se puede entender al Presidente y su concepción de la política sin conocer la raíz jurídica de su pasión por las multitudes, por esas multitudes ante las que él tantas veces se convertiría en orfebre de la palabra.0