Desde que Laura llegó a la casa de la familia Laroche, Raoul no dejó de mirar a esa belleza rubia. No podía dejar de hacerlo a pesar de que estaba convencido de que no se trataba más que de otra cazafortunas. Laura, en cuanto bajó del barco, inhaló la relajante brisa marina y sintió el sol en la cara, se dio cuenta de que ese viaje a Francia era justo lo que necesitaba. Tenía que empezar de nuevo y dar un gran giro a su vida. Pero todo cambió en cuanto sintió la penetrante mirada de un apuesto francés...