Argumento de La Prohibición del Jade
En un poblado indio, la actividad se ve interrumpida cuando Shep se rebana la yema de su pulgar con una navaja. Nadie discute que ese suceso haya ocurrido por accidente: ni los hombres, ni las mujeres que desempeñan con resignación unas funciones que nadie cuestiona; tampoco lo hará el joven Shep. Nadie se hace preguntas. En la reserva, la vida prosigue inmutable, atrapada en el espacio que discurre entre la casualidad y el destino, entre el conformismo y la posibilidad de una vida mejor. Hasta que aparece el primer hombre blanco.
Con tintes de alegoría, este extraordinario relato nos habla de nuestra capacidad para aceptar con sumisión los acontecimientos o para admitir que el curso del destino depende también de nuestras preguntas.1