Con minuciosa lucidez escribe el poeta sobre su maestro de la adolescencia, Juan Ramón Jiménez, y sobre Antonio Machado, Blas de Otero, Gabriel Celaya y Emilio Alarcos. Y también sobre su propia obra y el áspero tiempo de guerras, dictaduras y exilios que le tocó vivir.
Crítica literaria de primer orden, hecha con una enorma capacidad creadora y gran sagacidad: toda una fiesta de la inteligencia.