Argumento de La Pierna Perdida del Capitán Acab
"Vistas al lazareto": en esta frase podría cifrarse la relación de la literatura con la diferencia que supone la discapacidad. Una mirada distante, indiscreta, hiriente, tan ávida como incómoda, que escruta el interior del lazareto -el espacio metafórico donde se ha encerrado la anomalía humana que incorporan los ciegos, los cojos, los bobos, los orates, los monstruos, esa dilatada nómina de los lisiados de cuerpo y de alma- y de la que se levantan minuciosos testimonios que nutren, por vía del rechazado, el patrón de normalidad. Lo anómalo, cuyas marcas ostensibles son la deformidad, la estupidez o la locura, confirma el canon humano, la medida de todas las cosas, que sólo puede imponerse siempre que se reconozca y se recree en la diferencia. La discapacidad no como espejo en el que nos miramos para distinguirnos, sino como espejo invertido que no sólo se limita a devolvernos nuestra imagen, sino que, en su especular juego, la crea.1