Desde los primeros tiempos de la Conquista, Trinidad fue punto de partida para las alocadas y sangrientas expediciones españolas en busca de la mítica Ciudad de Oro. Fue también territorio de combate para las ambiciones coloniales de Inglaterra, que no se detuvo hasta hacerse con el poder en la zona aprovechando los trastornos que dieron lugar, a principios del siglo XIX, a las guerras de independencia de las colonias españolas en América. Naipaul aclara todos aquellos acontecimientos marcados por la sangre que habrían de determinar el destino de sus actuales habitantes.