El título de esta novela es el nombre de una escuela ubicada en un barrio parisino que se destacó por la defensa de la Comuna francesa. Los protagonistas son dos niños, uno judío y otro palestino, que coinciden durante un curso para el desarrollo de un programa intercultural. En la presentación se habla de sus raíces en Jerusalén y se anuncia un viaje a dicha ciudad para el fin de curso. El viaje con que acaba es otro y no precisamente al final del curso. La novela transcurre a saltos como la vida de los niños y en su discurrir el niño judío se empeña en hacer del palestino un poeta que haga metáforas para ver el mundo de otra manera. El poemario final es toda una sorpresa.Obra de texturas contrapuestas. Lo analizas por una vertiente y sin darte cuenta estás en la otra cara. Quieres encontrar la esencia en un continente y está diluida en pequeños islotes. Junto a un razonar serio, pretendiendo emular a los adultos, aparecen elementos infantiles que más que con la ingenuidad juegan con el candor. Todo son contrapuntos desde el viaje a las raíces, a la vida, en el primer capítulo, al viaje hacia la incertidumbre de la muerte, en el último. Algo similar ocurre con el estilo, desde un rabioso presente con el que comienza hasta un difuminado discurrir que te desubica y olvidas. La precisión y poesía del lenguaje es algo a valorar por el lector exigente.