Poemas que nacen de una voz contundente y reveladora, quien se para frente a lo impenetrable y le habla, dialoga con su silencio. Jorge Aulicino escribe en el prólogo: ?Si se debiera acudir al epítome de la poesía nacida en los setenta en Buenos Aires y de su despliegue, habría que leer, entre unas pocas opciones, la poesía de Irene Gruss. Antes de la guerra, fue poesía de posguerra. Allí se habló y se habla de las cosas en su espíritu, más que del espíritu de las cosas. Todo es aquí azar convertido en convencimiento?.