Pero Lucía alberga un hondo dolor y es que ha sufrido dos rechazos que lastran su vida interior: por un lado fue dada en adopción cuando era un bebé, y por otro su marido, Hernán, que la dejó cuando estaba embarazada.
Ahora Lucía cree vivir tranquila, pero todos sus esquemas saltan por los aires cuando conoce a Cosme, criador de caballos que vive en el campo, poco interesado por la cultura, que pone su mundo del revés al hacerle sentir una pasión que ya creía olvidada.
Pero una sombra comienza a atormentar a Lucía y es que se percata de que comienza a tener problemas de pérdida de audición. Tras varias consultas, el médico informa a Lucía de su inevitable sordera. Dejará de oír del todo. Es ahí cuando decide hallar a sus padres biológicos para saber si su enfermedad es hereditaria por el futuro musical de su hija Sara. La búsqueda de sus padres, las misteriosas ausencias de Cosme y el trastorno de su nueva realidad cambiarán todos los cimientos de Lucía. Luchará para no perder su identidad y se sumergirá en un nuevo mundo sin sonidos donde el aprendizaje de los signos adquiere una desconocida dimensión visual.