La intervención francesa en favor de Fernando VII, una guerra de la que dependía el destino de la Monarquía francesa, fue pretexto y medio, en la vía de afirmación nacional, que el ministro Chateaubriand se impuso como pauta a su paso por el gobierno, el que debiera ser primer acto de la vuelta sin complejos de Francia a la escena internacional, tras la caída del Imperio napoleónico.