Sin embargo hay otra forma de acercarse desde los medios al fenómeno humano de la Iglesia. Un ejemplo de esto nos lo ofrece José Luis Restán, quien desde su tarea periodística reconoce que en la Iglesia «siempre permanece un punto último de libertad irreductible, un brote de novedad humana que no se puede encasillar, un testimonio de verdad que no se pliega a las presiones». Este reconocimiento de la «originalidad histórica» de la Iglesia no le hace olvidar que «todo esto sucede a través de una carne llena de debilidades humanas y en medio de numerosas derrotas aparentes». La sucesión de artículos que aquí nos ofrece es una ilustración del camino de la Iglesia en los últimos años, marcado por nuevas dificultades, pero sostenido misteriosamente por una fuerza que escapa siempre de los análisis de los cínicos.