En vísperas de su muerte, y en una larga carta en la que le hablaba a un amigo íntimo de sus primeras experiencias, le decía Tony de Mello a propósito de ellas: «Todo ello parece pertenecer a otra época y a otro mundo. Creo que actualmente todo mi interés se centra en otra cosa: en el "mundo del espíritu", y todo lo demás me resulta verdaderamente insignificante y sin importancia. Las cosas que tanto me atraían en el pasado ya no tienen interés para mí. [...] Nunca en mi vida me había sentido tan feliz y tan libre». No son muchos los que compartirían plenamente todo cuanto él dijo e hizo, especialmente cuando traspasaba los límites establecidos de la aventura espiritual (ni tampoco esperaba Tony que le siguieran dócilmente, sino más bien todo lo contrario). Lo que a tantos atraía de su persona y sus ideas era que Tony desafiaba a todos a cuestionar, examinar y liberarse de los modelos establecidos de pensamiento y de conducta, acabar con toda clase de estereotipos y atreverse a ser verdaderamente uno mismo: a buscar una autenticidad cada vez mayor. El regalo de despedida que nos ha dejado, y que indudablemente habrá de tener tanto éxito como sus anteriores libros, es La oración de la rana. Ojalá ayude a muchos a encontrar en la Verdad la liberación y el deleite que proporciona el conocimiento de sí mismo.