Los miles de lectores que disfrutan con cada libro de Salvo Montalbano, el entrañable personaje creado por Andrea Camilleri ?el autor más leído de Italia?, encontrarán en esta ocasión una serie de relatos en los que el peculiar comisario siciliano, sabio intérprete del arte de vivir, se supera a sí mismo. Una palabra fuera de tono, un gesto descontrolado, un detalle incongruente, detectados con una percepción más que aguda en la cadena de absurdos de la vida cotidiana, son suficientes para poner en movimiento la máquina de su investigación.
Así pues, los crímenes y criminales que se someterán al infalible escrutinio de Montalbano son tan heterogéneos y extraños como esa vieja pareja de actores que interpreta un fúnebre libreto en la intimidad de su dormitorio, aquel juez torturado por la idea de que su estado de ánimo influya en la ecuanimidad de sus fallos, o esa esposa cuya fidelidad es sometida a votación popular mediante carteles colgados en los muros de su pueblo. Y para coronar esta divertida colección, en el relato que da título al libro encontramos a Montalbano a punto de celebrar la Nochevieja, sumergido en un fuerte ataque de melancolía después de la enésima «discrepancia» con Livia, su eterna novia genovesa. La única luz de esa jornada oscura podrían ser los inenarrables arancini de Adelina, su asistenta, única persona en este mundo capaz de transformar estas croquetas sicilianas en un auténtico manjar de los dioses. Sin embargo, para poder acceder a este festín, Montalbano habrá de demostrar antes la inocencia de uno de los hijos de Adelina.
Desde la mañana de un día lluvioso, cuando antes de tomar el café se pone de un humor sombrío como la tinta, hasta la medianoche cuando, agotado, conduce hacia su casa de Marinella mientras se complace en el esperado disfrute de una hora de fresca soledad en su pequeña terraza a orillas del mar, Montalbano exhibe esa mezcla de sabiduría de vida y coraje que todos quisiéramos poseer.